viernes, 26 de marzo de 2010

lunes, 15 de marzo de 2010

El temor, un enemigo interior

Es preciso que sepa que en sus diversas modalidades de tedio, ansiedad, cólera, envidia, celos y timidez, el temor es el enemigo más encarnizado de la raza humana.
El temor habitual quebranta la salud, abrevia la vida y anula las fuerzas productoras del ser humano. El temor y la duda significan fracaso.
Se confunde la precaución, la prudencia y la premeditación con los sentimientos de temor, que arruinan al acobardar y deprimir al ser humano.
Es la prudencia una virtud que contra el mal nos precave, pero diametralmente difiere del temor irreflexivo que agranda los males, invalida nuestras aptitudes, desvanece nuestra confianza y ahoga nuestros anhelos.
El temor es poderosísimo para alterar la circulación de la sangre con todas las secreciones y excreciones, llegando a veces a provocar la muerte por paralización del sistema nervioso.
Refiere la historia de la medicina muchos casos de condenados a muerte que fallecieron paralizados por el temor a la vista de la horca o la guillotina.
No crecen normalmente los niños que se crían en un ambiente de temor, y queda entorpecido su sistema vascular, es lenta la circulación y débil el corazón por efecto del temor que los deprime, desanima y neurotiza.
Algunas personas opinan que son inofensivas las supersticiones; pero cambiarían de opinión si consideraran que no puede ser inofensivo todo lo que mueve al hombre a creerse juguete de signos, fetiches, amuletos y pronósticos usurpadores de su libre albedrío.
Debilitan la mente las supersticiones y prejuicios, y todo cuanto induzca al hombre a considerarse esclavo de fuerzas y potestades independientes de la voluntad de Dios, opuestas a las leyes eternas que son las reguladoras del Universo.
Miran los hombres sensatos con compasión a los supersticiosos, porque saben que no son capaces de hacer todo lo que les permitirían sus cualidades si no fuesen esclavos de un vicio mental tan funesto.
El temor es una imagen mental morbosa que se esfuma simplemente oponiéndole la contraria. No temeríamos nada si nos persuadiéramos de que solo podemos dañarnos nosotros mismos, pues carece lo exterior de poder prevaleciente contra un ánimo esforzado.
Cabe neutralizar los sentimientos de temor con sus opuestos, los de esperanza y fe, con la misma seguridad con que anula el químico, por medio de los álcalis, el poder corrosivo de los ácidos.
Proviene el temor siniestro y nocivo de la debilidad que siente el temeroso por infringir las leyes divinas, y le bastará para disiparlo ponerse en armonía con ellas. Hallará entonces la paz inefable, cuyo valor excede a toda comprensión humana.

Óscar Rodríguez Vargas
Periodista

http://holismoplanetario.wordpress.com/2010/03/14/el-temor-un-enemigo-interior/

martes, 9 de marzo de 2010

Nicolás Maquiavelo

“Los hombres son tan simples y unidos a la necesidad, que siempre el que quiera engañar encontrará a quien le permita ser engañado.”
Esta máxima del filósofo italiano Maquiavelo está más cerca de describir nuestra realidad que cualquier otra.
Nos tragamos cualquier titular que venga de nuestra afinidad ideológica sin apenas razonarla, para después repetirla como papagayos ante nuestros iguales.
Abrazamos una opción política como quien es del Madrid o el Barça, es decir, sin debate, sin reflexión, sin autocrítica.
Creamos falsos debates repitiendo tópicos.
Tragamos con las mentiras de Irak, de la gripe aviar, de la gripe A, del España va bien de los unos y del no hay crisis de los otros sin pestañear, del “yes we can” de casi todos .
Tragamos con las mentiras de que los inmigrantes nos roban el trabajo, de que sobran funcionarios, de que lo privado funciona mejor que lo público, que abaratando más el despido se crea más trabajo, que la prensa es libre, etc.
Tragamos con la forma de funcionar de los bancos, con la forma de actuar de una clase política poco preparada, arrogante y perniciosa, cuando no corrupta.
Y es que debemos ser simples y estar muy necesitados para unirnos para ser engañados, pero sólo para ser engañados ojo, porque lo de unirnos para otras cosas ya requiere un esfuerzo, y casi nadie parece dispuesto a hacerlo.
Y todo esto ya lo sabia Maquiavelo hace casi 500 años.

José Cabezas Moyano-Sant Lluís-Cartas de los lectores-www.menorca.info-Martes,9 de marzo de 2010.